sábado, 12 de marzo de 2016

Uno Nunca es mayor para aprender y hacer cosas nuevas...

“Uno nunca es mayor para aprender y para comenzar a hacer cosas nuevas. Sólo hay que tener voluntad”. Las palabras de Madonna Buder (San Luis, 1930) no caen en saco roto. Ella practica con el ejemplo. A sus 82 años, esta monja católica de Spokane, Washington, es la mujer de mayor edad que ha logrado completar un Iroman. Ha superado su récord en varias ocasiones. Lo consiguió en 2005, a los 75 años, en el campeonato del mundo de IM en Kona, Hawaii. Repitió en 2006 (16:59:03) y 2009 (16:54:30). Hoy sigue inaugurando grupos de edad en la disciplina, como el de mayores de 80, que parecían impensables. La capacidad de superación de esta mujer, apodada ‘la monja de hierro’ (The iron nun) y su extraordinaria fe inspiran a miles de personas, triatletas o no.
La religiosa, que participó por primera vez en una carrera popular a los 50 años, suma 325 triatlones, 36 de ellos de larga distancia. Según la propia Buder, “el Ironman es como la vida; tienes altibajos, alegrías y pesares que debes aceptar, fluir con ellos; todo lo que te sucede en un Ironman te ayuda a formar tu carácter”. Su comunión deportiva y espiritual con el triatlón comenzó en 1978, cuando un sacerdote le instó a entrenar con el propósito de alcanzar el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. “Al principio me pareció ridículo correr sin ninguna razón, salir sin destino, pero me convenció”. En su autobiografía, The grace to race, Buder explica cómo sacó sus primeros pantalones cortos de una pila de ropa donada y se calzó unas deportivas de segunda mano. Tenía 48 años cuando dio sus primeras zancadas; a los 52, completó su primer triatlón; y, en 1985, a los 55, el primer Ironman. Su mejor marca la alcanzó en 1992, cuando, a los 62 años, terminó el Ironman de Canadá en 13:16:34.
A pesar de sus proezas, la deportista asegura no tener un férreo plan de entrenamiento ni una dieta especial. Buder confiesa que su labor en la iglesia no le permite entrenar tanto como a otros atletas profesionales. Por esta razón, la rutina diaria es su entrenamiento, es decir, acude a los sitios en bicicleta o corriendo, ya sea a una entrevista o a misa. Para Madonna Buder lo más importante no es el físico, sino la mente. Para ella, la concentración y la actitud es fundamental para alcanzar el éxito.
La religiosa sirve a Dios desde los 23 años y en sus carreras recauda fondos para organizaciones sin ánimo de lucro. Pero no ha estado exenta de críticas. En la orden religiosa contemporánea no canónica a la que pertenece (comunidad cristina independiente de la autoridad de Roma a la que se unió en 1970 y donde existe libertad para elegir tu propio misterio y estilo de vida) llegaron a cuestionar su fe. “Siempre he sido muy activa y he aprendido que si el Señor te da un don estás obligado a utilizarlo. Si lo pasas por alto, estás insultando al Creador. Este pensamiento me ha ayudado a persistir porque sabía que mi actitud iba a ser muy criticada por la sociedad”, declaró en una entrevista publicada en la web La lectura católica.“Intento mantener la mente ocupada, especialmente durante las últimas horas, cuando el estómago no admite ningún alimento y el cansancio es tal que comienzas a vislumbrar el camino de la muerte”
Para la monja triatleta, la oración es fundamental. Asegura que le permite concentrarse durante la prueba. “La oración no es un lugar ni una postura. Para mí, la oración es estar en constante comunicación con el Amado. Eso no requiere ningún tipo de postura, como por ejemplo, ponerse de rodillas. Lo importante es pensar en él. No importa dónde estés o lo que estés haciendo. Para mí, mi espíritu se une a Dios en la carrera” . Otra de sus técnicas de concentración es contar sus propios pasos y crear haikus, que se obliga a recordar hasta que llega a la  meta. “Intento mantener la mente ocupada, especialmente durante las últimas horas, cuando el estómago no admite ningún alimento y el cansancio es tal que comienzas a vislumbrar el camino de la muerte”.
Las lesiones también han perseguido a esta atleta. No sólo se ha roto huesos del brazo y de la mano, sino también costillas e, incluso, la cadera. En este último caso los médicos le aseguraron que no volvería a caminar, pero ella luchó. “Creo que Dios es maravilloso por cómo me sana tan rápidamente. No me considero una vieja, pero cuando veo a gente más joven que yo luchando con sus pobres cuerpos, a veces me siento un poco culpable”, declaró a la revista Impowerage.
Durante los últimos dos años, Buder ha luchado por ser la persona, hombre y mujer, más longeva en finalizar un Ironman. El campeonato de Hawaii se le resistió tanto en 2010 como en 2011. Finalmente, en agosto de 2012, a los 82 años, Buder consiguió en el IM de Canadáuna plaza para el campeonato mundial de Kona en el último suspiro. Dos meses más tarde se presentó en la mítica salida del IM de Kona para enfrentarse a Bob Scott y Lew Hollander, también octogenarios. Los tres se disputaban el récord de ser la persona de mayor edad en finalizar una prueba de larga distancia. Sin embargo, las malas condiciones climatológicas, obligaron a la religiosa deportista a retirarse tras el segmento de bicicleta. “El agua estaba muy picada, había mucha corriente y no podía avanzar. Terminé 20 minutos más tarde de lo que debía, pero no abandoné. La bicicleta fue peor. El viento venía de todas direcciones, llovía y había niebla. Iba muy retrasada y ya no tenía tiempo para remontar en el maratón. Cerca de 200 personas no pudieron terminar. Éste no fue el caso de Lew Hollander, que sí lo consiguió”, relató Buder tras su retirada.
Su pasión por la triple disciplina aún está lejos de extinguirse. Entre sus próximos retos figuran la maratón de Boston y el medio Ironman de Nueva Orleans. En su mente lleva grabada una máxima: “Si quieres, puedes hacerlo. El único fracaso es no intentarlo”.