miércoles, 1 de junio de 2016

LOS SUEÑOS SE LUCHAN

Ironman de Lanzarote. Los sueños se luchan

Con este relato espero poder ayudar a uno de mis guías en este camino hacia Lanzarote, al igual que él me ayudó sin dudarlo cuando le propuse, hace meses, realizar el minidocumental de mi Ironman. Gracias Jose Rguez, tu eres parte de esto que hemos creado.

https://youtu.be/6sQepiwmZfE

21 de mayo de 2016.

Despertador puesto a las 4:55 am de la madrugada para que me diera tiempo a todo. Lejos de despertarme a esa hora, fue a las 4:30 am cuando mis párpados se abrieron y mi corazón latía alegremente, mi cuerpo ya sabía que acababa de comenzar el día de mi sueño.

Desayuno lo que estaba previsto; una tostada con mermelada y pavo, un té con la rigorosa bolsa de galletas dinosaurio y dos piezas de fruta.

5:15 am. Junto con mi amigo Borja Perera, encargado de grabar el día de la carrera para yo después hacer el documental y de darme ánimos durante esa semana en Lanzarote, nos dirigimos hacia los boxes que estaban a unos 50 metros de donde nos quedábamos. En el ambiente había un silencio ensordecedor, todo el mundo se dirigía hacia su objetivo, hacia su historia, se dirigían a realizar lo que llevaban mucho tiempo preparando y eso se notaba.

Una vez dejada la bolsa especial de comida y de ir a revisar que la bici estaba donde estaba y llenarla de geles, bajo hacia la carpa para ponerme el neopreno. Allí me encuentro a Toni Lemus, para mí, una de las referencias chicharreras en este mundo, gracias a él me intento quitar los nervios y me lleno de vaselina el cuello para lo que nos espera. Justo al terminar y como por arte de magia aparece por allí Pepe, los dos nos miramos de una forma casi paternal, para los dos era muy especial ese momento y es que es con él con quien he compartido innumerables madrugones para nadar en un agua congelada, innumerables pájaras en bicicleta e innumerables historias en estos meses de entreno. Me desea suerte y me dirijo en solitario hacia la línea de salida.

6:50 am. Justo debajo del arco de salida, vuelvo a estar con Toni Lemus, quien ya lleva varios Ironman a sus espaldas y me da unos últimos consejos de donde ponerme, qué hacer y sobre todo qué no hacer, ya que con otras 1900 personas alrededor iba a ser complicado nadar. No hay nervios, sólo ganas de comenzar, sólo ganas de escuchar esa bocina que aparecía en mis sueños desde que decidí hacer el Ironman.

7:00 am. Salida rapidísima, suelto un grito de adrenalina antes de entrar al agua justo detrás de los profesionales y de los atletas destacados, sabía que esa era mi posición, tanto Pepe como Antonio Luna me habían dado la confianza para hacerlo así. Mi corazón está casi a 200 pulsaciones y no es por el ritmo, es por haber comenzado a cumplir un sueño.

La primera vuelta se hace bastante dura, una gran batalla que consigo realizar sin agobios, con bastantes golpes, pero era lo previsto, tanto Pepe como Davi me lo habían avisado y no pasó nada que no hubiera visualizado antes. 32 minutos los primeros 1900 metros, la cosa va bien.

Sabiendo que el día iba a ser largo, decido en la segunda vuelta bajar un poco el ritmo e ir con el grupito que habíamos hecho de unas 50 personas para acabar el sector de natación con un tiempo de 1 hora 6 minutos oficialmente. Nada más salir del agua, entra en mi cabeza otro de mis guías, Samuel Torres, él me había dado todas las directrices para hacer la transición, él me había hecho un mapa mental de todo lo que tenía que hacer y cómo hacerlo. Paso por paso, realizo todo lo que me dijo y sólo pienso, seguramente lo esté viendo todo a través de internet y se sienta orgulloso de ver que le hice caso, me sale una sonrisa inmensa. Comienza mi parte favorita. A por la bicicleta.

Nada más salir de boxes y ver que enfilaba la avenida de Puerto del Carmen, empiezo a llorar de emoción, y es que estaba viviendo un sueño. Nada ni nadie lo iba a destrozar ni enturbiar, había estado meses sufriendo en solitario para poder disfrutar de ese día, mi día.

Pasados unos 30 minutos empiezan a adelantarme extranjeros que luego volvería a saludar llegando al mirador del Rio, pero eso es otra historia. Me empiezo a encontrar con todos los chicharreros que estábamos haciendo el Ironman, Dani Ponce, Jonathan Romero, César Rivas y Francisco Javier Trujillo, quien el día antes había sido su cumpleaños y decido felicitarlo en bicicleta antes de perderlo de vista. Todos van como un avión, pero yo iba haciendo caso a los consejos, guarda, guarda y vuelve a guardar que lo importante venía desde Famara en adelante.

Por el km60, me encuentro a Pepe, Irene, Adrian y Borja, empiezo a sonreír y saludarlos como si llevara años sin verlos, vuelvo a emocionarme, era un niño el día de reyes cuando abría su juguete favorito. Disfrutaba de cada metro recorrido, de cada curva, de cada soplo de aire.

A la altura de Tinajo, me encuentro el mejor pueblo en cuanto afición, todos encima de cada persona que pasaba por allí y es que aquello era una gran fiesta para Lanzarote y se notaba. Casi acabando el pueblo veo una curva cerrada a la izquierda con unas 300 personas, todas hablando entre ellas, mirando sus teléfonos, quizás cansados de ver tanto extranjero pasar, decido entonces animarles yo a ellos y soltar un “tanta gente y nadie anima aquí”, entre eso y el casco con la bandera de Canarias que me había prestado Sato, la curva se viene abajo y sigo mi camino con una sonrisa más amplia de la que llevaba si cabe. Gracias Lanzarote por hacer de esto aún mas especial.

Pasado Famara, empieza lo bueno, empieza lo más duro de los 180km del sector ciclistas. Dirección Teguise ya, a la altura del km90, escucho por detrás una voz más que familiar. Bruno!! maldito gomero que me veía yo por allí, menuda sorpresa más buena encontrarme a un compañero del equipo por esas alturas. Después de estar vacilando y diciendo que aquello era más que impresionante, decidimos darle un poquito de intensidad a aquello, ninguno de los dos habíamos hecho antes el tramo ciclista pero yo lo tenía en mi cabeza y se lo iba explicando a Bruno.

Llegamos a la rotonda de Teguise, me encuentro de nuevo con Pepe, Irene, Adrian y Borja, vuelvo a disfrutar de todos y cada uno de los gestos, de todos y cada uno de los gritos de la gente, vuelvo a disfrutar, vuelvo a sonreír.

Ya dentro del pueblo nos encontramos, Bruno y yo, a la afición amarilla dándolo todo, con ellos también, Davi, otro de mis referentes, junto con Hugo y Sara, los ánimos hacen que apretemos más, seguimos con lo duro.

Casi finalizado el tramo de los molinos, Bruno se me escapa unos 30 segundos, no pasaba nada, iba a mi ritmo y habíamos quedado un poco más adelante para tomarnos algo por allí, en el avituallamiento especial.

Sentados en el suelo como si de una excursión de colegio se tratara, empezamos nuestro particular y romántico picnic. Nos mirábamos y veíamos emoción y disfrute en el otro, llevábamos más de la mitad del Ironman más duro del mundo. Una vez satisfechos, comenzamos la peligrosa bajada, curva tras curva iba indicándole a Bruno donde había que tener cuidado y dónde había que apretar. Llegamos a Haría, de nuevo, empieza lo bueno, por allí nos encontramos con Ricardo y Esther, compañeros de otro equipo en Tenerife, nos dan muchísimos ánimos y nos sacan alguna foto que otra. Bruno y yo seguimos juntos, comenzamos la subida previa al mirador del Rio, quizás los 400 metros de subida más duros de la prueba, allí pudimos ver gente subiendo caminando con la bicicleta, allí pudimos sentir lo que era un Ironman de verdad.

Poco antes de poder ver La Graciosa, Bruno se distancia y ya no lo vuelvo a ver hasta la maratón. Entro en el pueblo de Ye, y de repente, allí estaba, mi isla, mi sitio especial donde desconectar y al cual voy año tras año, La Graciosa, para mí la subida había acabado aunque me quedara coronar y es que se paró el tiempo.

Una vez pasada la hermosa imagen que ese mirador ofrece, empieza la bajada, empieza la diversión. Vuelvo a acordarme de Samuel y vuelvo a sonreír bajando, también viene Pepe a mi cabeza y es que escuchaba su voz diciéndome que estaba bajando como un loco.

Bienvenido a Arrieta, bienvenido a la famosa autovía. Ya pasado el km130 de ciclismo empiezan a flaquear las piernas y es cuando me encuentro a Miguel, ese pedazo de Ironman afincado en Menorca, amigo de Jose y Davi, que había conocido por redes sociales y que nos citamos en Lanzarote para conocernos, pensándolo ahora, que gran forma de conocer a alguien quedando para hacer un Ironman. Volvían las fuerzas por momentos y hacemos la autovía juntos, hasta que empieza la larga y dura subida de Nazaret.

Km150, odioso momento, quizás este fue el momento en que mi Ironman iba a ponerse cuesta arriba, iba a pasar de ser subir El Teide a subir el Everest. Había pensado en este momento, tomarme un gel más grande, un gel diferente a los demás. GRAN ERROR, lo sé, pero para aprender te tienes que equivocar tu sólo. Ese gel me destrozó literalmente el estómago, no podía hacer nada contra eso más que seguir dando pedales y llegar al km180.

Nada más dejar la bicicleta en boxes, cojo la bolsa del corredor y voy directo al baño, quería que ese dolor tan fuerte en el estómago parara, pero tras unos minutos no lo consigo. Decido entonces salir a cambiarme y que sea lo que Dios quiera. Primeros 5km al ritmo que había previsto pero con un dolor insoportable, me voy apretando con la mano derecha el estomago para poder correr a 5:30/6 el km que era lo previsto, continuo por el aeropuerto y casi llegando a Playa Honda, una sorpresa inmensa, mi pareja me estaba esperando allí, ella no iba a llegar antes de las 7 de la tarde pero ella estaba allí. Tras un abrazo, empiezo a hablar con ella y caminar, diciéndole todo lo que me pasaba.

Fue entonces cuando me dí cuenta que el tiempo que tenía previsto, no lo iba a poder hacer, las 12 horas 20 minutos. Mi objetivo no era hacer ningún tiempo, sólo quería un buen tiempo por mi entrenador, Miguel Calleja, por Jose, por Sato, por Pepe, por mi pareja, por mi físio Samuel, por todos los que habían apoyado en todo ese camino, pero hablando con Carol llegué a la conclusión de que ya no podía hacerlo aunque corriera a 4 min/km, cosa imposible para mi. Entonces ella al decírselo me anima a correr, pero me niego, no porque no pudiera, sino porque ella estaba allí, caminando conmigo hacia Playa Honda, y fue cuando le dije; “de que me vale correr ahora y llegar 20 minutos antes, prefiero caminar un rato más contigo y disfrutar de esto juntos”. Decisión correcta, mi Ironman era disfrutar de todos y cada uno de los detalles, no hacer tiempo, ya tendré otra oportunidad, ahora sólo quería absorber todo y seguir sonriendo.

Casi llegando al giro me adelanta Barbuzano, otro compañero de equipo, iba muy bien y es que era su parte favorita. Tras dar el giro comienzo a correr y hago la primera media maratón, aún con dolor, iba sólo 10 minutos por encima del tiempo que me había fijado para hacerla. Intento seguir igual pero es entonces cuando vuelve el dolor insoportable y empieza de nuevo mi infierno silencioso.

Km26 ya no sabía qué hacer para que ese dolor que me impedía respirar bien remitiera, camino, corro, camino, corro. Así llego a la última vuelta, cuando vuelvo a intentar correr, de todo ese tiempo corriendo de forma diferente a la normal me pasa factura, me da una fuerte punzada en la rodilla y se me sube el abductor, si, todo un cuadro. A mi paso iba dejando gente en el suelo, otros vomitando, y es que hacer un Ironman es muy duro, pero yo, al ver que no puedo correr, decido caminar todo lo rápido que me dejaba el cuerpo, en ningún momento pasó por mi cabeza abandonar, tirar todo por la borda, rendirme. Eso no entraba ni por un segundo en mi cabeza.

Últimos 5km, la vuelta de la victoria, a falta de 1km me encuentro con Damián, me empieza a dar ánimos y me dice que corra, yo después de decirle todo lo que me duele intento acelerar un poco más hasta el momento que me dice que Airam Izquierdo me está esperando 200 metros más adelante con un cerveza, una promesa que me había hecho él y es entonces cuando mi ritmo pasa de 8 min/km a 4:30 min/km, cosas de la cerveza. Una vez allí me paro con todos los amarillos, me abre la lata y decido brindar con ellos, tomarme la cerveza y enfilar la linea de meta.

Entonces, allí está ella, la persona que me lo ha dado todo, la persona que me ha enseñado que nada es imposible, la persona que ha luchado contra todo para que yo siempre tuviera una sonrisa, mi madre.

Le agarro la mano y es que quería que se sintiera única, quería dedicarle esta victoria a ella, tras ser despedida hace meses del trabajo que llevaba media vida haciendo, con 62 años, quería que cruzara conmigo porque yo he sufrido, pero ella aún más para educarme y enderezarme. Empiezo a trotar con ella los últimos 200 metros, empiezo a llorar, empiezo a pensar en todo lo que he pasado en estos meses, empiezo a pensar en todas y cada una de las personas que me han acompañado. No hay dolor, sólo éxtasis.

Nada más cruzar la meta, la busco y es que sólo quería estar entre sus brazos, que me abrazara tan fuerte que desapareciéramos.

14 horas 4 minutos 27 segundos.

Va por ti mamá y por mi sobrina Andrea, para que sepa que nada es imposible si te lo propones.

Una vez más me gustaría agradecer a todas y cada una de las personas que me han ayudado sea de la forma que sea, ayudándome en los entrenos, preparándomelos, preguntándome, prestándome algo, dándome consejos, sea lo que sea, gracias.

Y sobre todo gracias a esas empresas que han colaborado en este proyecto de documental, por arriesgarse a apostar por un don nadie como yo, gracias Gofis Bici, iD ortodoncia, Deportes Del Castillo Twinner, Lava, Airam Diseño&Garabatos y Afur Fisioterapia, espero que se hayan cumplido las expectativas y que la confianza que depositaron en este proyecto, se les devuelva con creces.

Sin más, espero que les haya gustado mi particular sueño, el documental del Ironman y este pequeño relato. Si tú lector has llegado hasta aquí en este blog de mi amigo Jose Rguez, gracias, espero que te haya gustado y que algún día puedas realizar alguno de tus sueños, sea cual sea, ya que esa es la manera de vivir, cumpliendo tus sueños.



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